Hay voces tucumanas que necesitan ser escuchadas. Testimonios de una época clave en el devenir histórico de la provincia y de su industria madre, la azucarera, que suelen descartarse o, cuanto menos, invisibilizarse. ¿Qué hay de las mujeres, de sus luchas, de sus pensamientos? ¿Qué rol jugaron durante un período crítico, como el registrado durante el cierre de los ingenios? ¿Y cómo viven hoy en una zona carente de chimeneas y de cañaverales, como Amaicha del Valle? Antonella Aparicio buscó respuestas a esos interrogantes y les dio forma de documental: “Vida y obra después del relato. Zafreras vallistas”.
La película, a la que Aparicio define como un documental científico-social, se estrenó el fin de semana pasado por YouTube y ahora seguirá su camino por muestras y festivales. Las protagonistas son Isabel Pastrana (docente, actual orientadora legal indígena en cuestiones de violencia de género en la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle) y Felisa Arias de Balderrama (ex Pachamama, docente, tejedora, coplera y representante política de la lucha por la defensa del territorio comunitario).
Aparicio cuenta con una prolífica trayectoria en los ámbitos de las artes visuales, la música y el cine tucumano. Es licenciada en Artes Plásticas (UNT), docente e investigadora. En “Zafreras vallistas” enfoca esa arista de la historia alrededor del mundo azucarero en la que las mujeres se pusieron al hombro las representaciones políticas comunitarias. Y a la vez no descuida la contemporaneidad de nuestras comunidades originarias.
- ¿De dónde partió la idea que genera el proyecto?
- Hay dos antecedentes importantes. Por un lado, la inquietud de investigar sobre mujeres trabajadoras alrededor de los ingenios, partiendo de la biografía de Ramona Ferreyra, mi propia abuela, que había sido enfermera en el ingenio San Juan. Con una de mis compañeras, y productora del trabajo, la doctora Cecilia Gargiulo, delineamos proyectos de este tipo. Por otro lado, una búsqueda personal y artística en relación al pensamiento comunitario en los Valles Calchaquíes me lleva al encuentro con estas trayectorias excepcionales de Isabel Pastrana y Felisa Arias.
- Por eso el protagonismo de Amaicha...
- La decisión de realizarlo allí tuvo que ver con la oportunidad de llevar al debate el tema en las “Jornadas en homenaje a los zafreros vallistos”. Eso fue en noviembre de 2018. Con ello se puso en marcha un trabajo de investigación y preproducción con apoyo del Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES-Conicet), dirigido por el doctor Daniel Campi, con asesoramiento de Víctor Ataliva y el Grupo Cornelias (ISES), coordinado por la doctora Marcela Vignoli.
- ¿Qué diferencia un documental científico-social de las películas del mismo género?
- Si bien conserva la estructura y el relato emotivo propio del género documental, lo diferencia el rigor del tratamiento en la investigación, el marco teórico y su pertenencia institucional. También el posicionamiento de la historia oral, los testimonios y memoria de las mujeres y perspectiva de género. Dos fuentes principales son el estudio de Gladys González sobre mujeres en las luchas de trabajadoras de ingenios y el aporte del ex cacique, profesor Mario Quiroga. A la vez, este material forma parte de un proyecto mayor que lleva a cabo la recuperación y puesta en valor del patrimonio cultural de la historia del azúcar.
- ¿Cuál es, en una síntesis, el punto de vista que comparten las protagonistas sobre los episodios vividos durante las “luchas del azúcar”?
- Ambas refieren a su identidad como mujeres de la Comunidad Indígena de Amaicha y que allí es el principal campo de su lucha. Por otro lado, en ningún momento se refieren como meras acompañantes de los hombres en la zafra y en las luchas, sino que marcan irrupciones, fuerte presencia como mujeres y la actitud de denuncia.
- ¿Y cuáles son los matices que las diferencian?
- La diferencia de edad, los períodos históricos que relatan y los diversos niveles de construcción que hacen de la temática de género. Doña Felisa es una mujer centenaria y tuvo experiencias más amplias como zafrera en las décadas previas al período de los cierres masivos de ingenios de los años 60. En cambio, Isabel lo vive como una experiencia de infancia que coincide con el cierre de los ingenios, y que marca su vida y destino familiar. Además Isabel ejerce su lucha activamente desde una conciencia de la contemporaneidad en el campo de la problemática feminista.
- ¿Cómo se desarrolló el rodaje? ¿Cuáles fueron los desafíos que planteó?
- Realicé estos registros en breves viajes durante 2018. Las condiciones y disponibilidades durante esas visitas ponen al límite la capacidad de los recursos y los desafíos técnicos entran en juego también con la tiranía de los plazos de concreción. El procesamiento del material y la velocidad de la edición también fue apremiante, y resuelto gracias al trabajo extremado de Alejandro Torres (CPA-Conicet). Tengo que destacar que a ambas mujeres se les da muy bien el relato, como si fueran conscientes de mostrar absoluta empatía con la propuesta. Y esta es una característica a favor y que contornea la resolución y potencia del video.
- Con el film concluido y estrenado, ¿cuál es el análisis que hacés en perspectiva de la obra?
- Los testimonios permiten ver que las relaciones de opresión y violencia de género no escapan al contexto de la historia social de la industria azucarera, y también permiten pensar en cómo los sucesos de abuso y violación a niveles rurales son invisibilizados de distintos modos. Me gusta pensar que hay un trasvasamiento generacional y una transferencia política que nace del relato de estas mujeres que luchan. Señalar una biografía femenina aborda la teoría en perspectiva de género e historia de las mujeres. Es la primera vez que asumo el rol de directora en una realización fílmica documental. Desde mis primeros trabajos en la Facultad de Cine en La Plata (2005), pasando por otros proyectos tucumanos de cine donde trabajé, pienso en la importancia de mirarnos en la pantalla desde otra tecnología de imágenes, tratando de rejerarquizar los cuerpos y la voz propia.
- ¿Cómo sigue de aquí en más el camino de la película? ¿Qué clase de reacciones esperás que genere?
- El documental concursa festivales internacionales de cine documental en este momento y esperamos que tenga una buena difusión por circuitos específicos. La investigación audiovisual se propone como un texto en sí mismo, tomado para la discusión o debate, y no como una mera ilustración. Esperamos que sea útil como aporte a otros estudios. He recibido algunas buenas respuestas, por ejemplo el curso de Cine Argentino (Filosofía y Letras-UBA) lo solicita como contenido de su programa y repositorio de documentales, o la cátedra de Historia de la Cultura Americana y Argentina (Facultad de Artes-UNT), que decidió incluirlo como material de cátedra. Por la reacción general, es notable la necesidad de seguir profundizando en el tema. Desde el ámbito académico hubo algunas devoluciones, por ejemplo, el historiador y especialista de Amaicha, Rodolfo Cruz, alude a la importancia de las resignificaciones identitarias que enmarcan estas trayectorias. O el especialista en historia azucarera, Daniel Campi, que aporta la valoración como fuente y también por el potencial político como investigación académica, cuyo compromiso debiera orientar la objetividad y el compromiso.
- ¿Cuál es el siguiente proyecto en el que estás embarcada?
- La elaboración de propuestas guiadas por nuevas miradas y reconstrucciones de la historia tucumana. Este video abre la posibilidad de profundizar en varias temáticas y con posibilidades de realizar un trabajo más amplio, pero también un producto audiovisual más acabado a nivel profesional y técnico.